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Hoy pusimos la cita para la cirugía de mi marido con el Dr. Gilberto Ungson en Mexicali Bariátrica Center. Recuerdo que en esta época, el año pasado, yo estaba muy asustada que no iba a ver a mi hija más pequeño en su próximo cumpleaños; y mucho menos ver el año 2015.

Yo estaba muy enferma debido al síndrome de obesidad mórbida que tenía. Apenas podía permanecer consciente después de sólo un par de horas de estar despierta. Si tuviera que levantarme y tratar de funcionar,  estaba muerta de cansancio un par de horas después. Cuando tomaba siestas y nadie de mi familia me levantaba, podía dormir 18 horas mínimo. Cada vez que tenía actividades por un par de horas, tenía que estar de vuelta en la cama para dormir por mucho tiempo. Mi hija menor lloraba y me pedía que no me durmiera antes de que llegara ella de la escuela, porque sabría que no la vería hasta el siguiente día. Ella  incluso tenía miedo de que un día no despertara. Todo el mundo decía que estaba sufriendo de depresión, pero yo sabía que no estaba deprimida solo muy, muy cansada. Me sentía cansada y triste todo el tiempo. Mi médico de cabecera nunca supo específicamente lo que estaba tenía. Por supuesto, todos sabíamos que tenía que ver con mi peso. De hecho, cuando le dije que iba a México a una cirugía de pérdida de peso, me dijo que él también tenía miedo de que yo no viviera mucho tiempo y no tenía nada que perder.

Intenté muchísimas cosas antes de decidirme por la cirugía de pérdida de peso en México. Hice una dieta autoimpuesta una y otra vez. Mi cuerpo finalmente consiguió el punto que perder peso pero luego rebotaba tanto que hacer una dieta regular ya no era una opción. Mi cuerpo finalmente se hartó y no importaba lo que hiciera, lo poco que comía, o cuánto me ejercitaba; el peso siguió aumentando. Finalmente llegué al punto donde el vivir estaba tomando todo de mí. Comencé a ver a un acupunturista sin tener éxito. A pesar de que sabía que no estaba deprimida, yo sabía que estaba estresada. Mi padre había sido asesinado y yo tenía miedo de que  iba a dejar mi niñas sin madre. Así que, incluso vi un terapeuta de masaje y nada. Yo sabía que la cirugía de pérdida de peso era mi última esperanza, pero mi seguro no lo cubrí.  Les pedí y les rogué que tomaran en consideración mi situación y finalmente llegué a la conclusión de que mi seguro preferiría verme morir que pagar para que yo viviera. Me puse en una dieta de licuados y baja en carbohidratos en la que podía comer ensalada con proteína al día. Lo hice durante casi un año y no tuve resultados. Finalmente, un amigo mío sugirió tener la cirugía fuera de los Estados Unidos. Algo que nunca había pensado.

Inmediatamente me puse a trabajar e investigar para decidir cual era la mejor cirugía para mi Una vez que terminé de investigar y estudiar decidí que el cruce duodenal era mi mejor opción. Empecé a trabajar en la investigación de los médicos que hicieran el cruce duodenal. Mi mismo amigo me sugirió al Dr. Aceves de Mexicali Bariatric Center en Mexicali, México. Ella se hizo una manga gástrica en los Estados Unidos, pero había oído cosas maravillosas acerca de este médico y la clínica. Mi línea de pensamiento era que si iba a pagarla yo, realmente prefería tener la cirugía en los Estados Unidos. Hablé con todos los médicos que he pude encontrar en Internet que se sabe que han hecho la cirugía de DS, pero tampoco nadie respondía a mi solicitud por correo electrónico; los que después contestaron, resultaron no ser los médicos ideales para mí y realmente no debería ser para nadie más. Una vez que, Estados Unidos ya no era una opción debido a la falta de respuesta y el  descubrir que nunca sería capaz de poder pagar lo que pedían y que aparte los médicos y / o clínicas tenían muy malos comentario, me puse a investigar sobre Tijuana, México.

Había oído buenas críticas de una clínica en Tijuana, en la que me aseguraron que hacían cirugías de cruce duodenal, pero más tarde me enteré que el médico sólo había hecho un par de las cirugías de este tipo, pero eso no me garantizaba que la cirugía fuera a ser exitosa. Por supuesto, sé que todo el mundo debe empezar en alguna parte, pero me daba seguridad ser una de las pacientes en las que se haría una prueba.

Decidí que tenía que hacer aún más investigación. Empecé a leer las buenas críticas sobre el Dr. Aniceto Baltasar en España, pero sabía que no había manera de que pudiera darme el lujo de tener la cirugía allá. Así, investigado me encontré con  información que indicaba que el Dr. Gilberto Ungson hizo sus estudios bariátricos con el doctor Baltasar. Seguí informándome y encontré que todos los comentarios del Dr. Ungson eran impecables, solo buenas críticas. Tras la investigación de donde se encontraba el Dr. Ungson en México, me entristeció al ver que su práctica era más allá de Tijuana y no me daba mucha confianza viajar a México. Una vez más, volví a investigar y me encontré con que el Dr. Alberto Aceves hacía cirugía de cruce duodenal y había sido tutelado por el Dr. Ungson.

Me puse en contacto vía e-mail, ya que quería tener una copia por escrito de lo que se iba a hacer. Nina fue absolutamente fantástica, contestando mis preguntas incesantes y específicas, tengo que admitir que yo repetía preguntas para asegurarme de que estaba recibiendo la misma respuesta cada vez que le preguntaba. Y cuando le di la noticia que mi financiamiento no se pudo lograr, ella me dio ánimos en lugar de verme como un signo de dólares. Nina me dio aliento diciéndome que llegaría el momento adecuado y que ella estaría allí para mí  y que respondería a cualquier pregunta adicional que pudiera tener.

El hablar con otras personas a través de Internet sobre el gran cuidado y el trabajo que habían experimentado con el Dr. Baltasar, Dr. Ungson, y el Dr. Aceves, me hizo  sentir como si conociera a estos médicos personalmente. El día que mi financiamiento se resolvió, le escribí a Nina y como siempre me contestó rapidísimo a pesar de que me compartió la devastadora noticia de la muerte del Dr. Aceves. Sentí una pérdida por un hombre que nunca había conocido. Muchas personas se vieron afectadas positivamente por él y ahora este ángel de la vida para tantos, había desaparecido. Se me ponen los ojos llorosos cuando pienso en él. Sé que esto suena loco, pero tanta gente hablaba tan bien de él y de su mentor, el Dr. Ungson, que lloré.

Nina volvió a contactarme en un par de días para hacerme saber que el Dr. Ungson, mentor y mejor amigo del Dr. Aceves, iba a ayudar con las cirugías ya programadas y luego ser el líder de Mexicali Bariatric Center en el futuro. Ralph Waldo Emerson escribió que “Un hombre es conocido por los libros que lee y por la compañía que tiene”. Estos dos médicos fueron y son hombres buenos. Dr. Ungson honró a su amigo por no sólo encargándose del cuidado de sus pacientes; pero a su vez sacrificó más de su tiempo para ayudar a los pacientes de su amigo. El Dr. Ungson incluso estaba dispuesto a ayudar  para que los pacientes obesos podrían tener una segunda oportunidad en la vida. Calendaricé mi cirugía para el siguiente mes.

Me fui sola a México para someterme a la cirugía por muchas razones. Mi hija menor tenía mucho miedo de que no regresara a casa. Mi madre la ayudó a enfrentar su miedo diciéndole que si yo no tenía la cirugía, seguro iba a morir, Así de mal estaba mal. Tenía mucho miedo de que me envían de vuelta a casa por no pasas las pruebas preoperatorias las cuales las respondí incluso antes de subir al avión a San Diego. Para mi sorpresa, no me enviaron de vuelta a casa, pasé todas mis pruebas pre-operatorias y me programaron para cirugía al día siguiente.

Todos los médicos y el personal fueron simplemente geniales durante toda mi estancia en el Hospital Almater. No puedo decir lo suficiente sobre Nina, Ernesto, el Dr. Edgar Campos, Carla, Dr. Gilberto Ungson, Dr. David Beltrán, Yolanda, todas las enfermeras y enfermeros, hombres y mujeres de mantenimiento y limpieza.

Nina fue mi primer contacto y me mantengo en contacto con ella hasta el día de hoy. Ella fue honesta conmigo en cada parte del camino y no se dejó intimidar por mi actitud cuando empezamos a comunicarnos. Una vez que llegué al aeropuerto de San Diego, Ernesto me estaba esperando y fue muy servicial, amable, y me tranquilizó de inmediato. Es un chofer muy precavido y un gran guía turístico, mostrándome y platicándome sobre las cosas interesantes a lo largo de nuestra ruta a Mexicali y de regreso a San Diego.

El hospital estaba muy limpio y siempre había personal de limpieza al tanto de lo que se necesitaba. Las mujeres nunca se molestaban si caminábamos sobre pisos que acababan de limpiar, siempre dejaron lo que estaban haciendo para asegurarse de que las personas pudieran caminar sin problemas. El Dr. Edgar Campos fue muy útil y habló conmigo acerca de nutrición (el qué hacer y qué no hacer), qué esperar de mi cuerpo y cómo escucharlo después de la cirugía. Él siempre estaba allí conmigo, junto con todos los otros médicos.

Karla y Yolanda siempre fueron muy amables y siempre estuvieron disponible para ayudar a responder a cualquier pregunta adicional que tenía acerca de cualquier cosa que pueda pasaba por mi mente entre la gran cantidad de visitas de los médicos que recibí.

El Dr. Gilberto Ungson es el ángel de la guarda, que me salvó la vida. Obviamente un gran mentor, amigo y médico. Habló conmigo antes de la cirugía y me dijo exactamente qué tipo de cirugía planeaba realizar. Habló sobre la cirugía SADI-DS y le expliqué que había oído hablar de esa versión particular del cruce duodenal, pero que no había hecho ninguna investigación al respecto de esa tipo de procedimiento en particular y me sentiría mejor si hiciéramos la cirugía la cuál había investigado. Él fue muy educado y accedió a la cirugía que inicial. Estaba muy ocupado ayudando a sus pacientes y a los pacientes del Dr. Aceves pero estuvo al pendiente de mi, durante  todo el tiempo que estuve en Mexicali. Ojalá no hubiera estado tan ocupado por tanto tiempo después de la cirugía, ya que quería darle las gracias antes de irme, pero mi cuerpo no me lo permitió. Recuerdo ver siempre su rostro y su gran sonrisa cuando revisaba mi progreso. Le respondí a sus preguntas, pero eso fue todo lo que podía hacer por el primer par de días. Se fue a continuar con sus cirugías antes de poderle decir lo mucho que apreciamos lo que hizo por mí. A pesar de que el Dr. Ungson se fue, nunca me sentí sola o abandonada.

En su ausencia, el Dr. David Beltrán tomó su lugar y era como todos los demás en Mexicali Bariatric Center; amable, servicial e informativo. De hecho, hizo tiempo para hablar conmigo sobre mi marido y sus problemas de salud actuales. El Dr. Beltrán siempre me escuchaba y nunca me hizo sentir presionada para que terminara mi recuperación.

Las enfermeras son fenomenales, siempre muy amables, educadas, y con enorme  paciencia atendiéndome en cada cosa que necesitaba. Incluso me ayudaron a cambiar dólares a pesos para llevarles monedas mexicana a mis hijas.

Las enfermeras llamaron a una persona de mantenimiento para que me trajera un ventilador, a pesar de que tenían aire acondicionado, soy de Colorado y me gusta el frío. Todo el que entraba a mi habitación se congelaba ¡JaJa! Aparte, tenía cada puerto eléctrico ocupado con conexiones de mi teléfono celular, almohadilla térmica, tableta, etc. Tuvieron que ir a buscarme una extensión de uso rudo y nunca hubo ningún descontento por parte del personal de mantenimiento al atender a mis necesidades eléctricas.

Así que, aquí estoy casi un año después, programando una cita para mi marido. Mi marido estaba tan impresionado por lo mucho que hablé de mi viaje y renacimiento que está listo para su viaje y volver a nacer. Mi hija menor me expresó que a pesar de que mi marido va solo como yo, ella no tiene miedo de que él no regrese, ahora sabe que su papá está en las mejores manos y que regresará más saludable que cuando se fue.

De mi familia a la familia Mexicali Bariatric Center ¡Muchísimas gracias!